

Simbiosis es la palabra, el sistema que permite que dos organismos prosperen, evolucionen, se adapten al medio e incluso transformen lo transformen. Tal vez también el espejismo que hizo de Gijón, y de otras tantas ciudades europeas de tradición industrial, un ente indefinido que duda entre los diferentes modelos a su alcance. Reconversión y burbujas la convirtieron en una ciudad que podía permitirse el lujo de explotar su veta cultural, de este modo se desarrollaron muchas de las plantas que desfilan por la película, Nacho Vegas entre ellas, claro. No es posible explicar el artista sin conocer la ciudad, y no hay mejor modo de conocer a esta que siguiendo los pasos de aquel.
Una simbiosis.

La luz de agosto en El País

